martes, 23 de febrero de 2010

Recuerdos de La Habana

El Capitolio de La Habana.
“Vas a flipar en La Habana”, me dijeron unos amigos españoles tras comentarles que iría a la capital de la isla caribeña de Cuba, a exponer una ponencia sobre el sector de la madera del Perú, en un congreso-taller desarrollado durante algunos días de septiembre de 2005. “Flipar” es en España algo parecido a la sensación de alucinar, pasar un momento inolvidable; aunque me ha costado definir si fueron finalmente momentos inolvidables por la sensación de fascinación o desilusión, lo que experimenté aquellos días visitando la isla de Fidel.
Parque en La Habana.
El turismo salvó a Cuba

¿Qué suscitó en mí tales antagónicas sensaciones? Quizá el hecho de haber apreciado evidentes signos de modernidad en torno al sector turístico y, a la vez, de indudable abandono en gran parte de la ciudad. 

Signos de modernidad que empezaron a erigirse luego de la apertura a la inversión internacional que Castro se vio en la necesidad de efectuar, cuando Cuba dejó de percibir los millones de dólares que la desaparecida URSS le transfería anualmente hasta antes de colapsar, y lo que al mismo tiempo le ha permitido mantenerse a flote los últimos tiempos.
Hoteles de La Habana.
No siendo por ello arriesgado esgrimir que de no haberse producido dicha inversión turística, toda La Habana y no solamente su famoso Barrio Viejo, darían aún la sensación de gran parte de los barrios que circundan por ejemplo Lima Metropolitana y otros sectores de importantes ciudades latinoamericanas: de abandono y descuido de la población y el Estado.
El añejo señorío de la Habana

Pero vienen también a mi mente casonas que a pesar del descuido y abandono que evidencian, no ocultan la belleza que en su momento tuvieron; muchas pistas en mal estado, veredas en su mayoría destruidas y cientos o miles de personas habitando edificios antiguos y en mala situación en el casco antiguo de la ciudad. Todo ello, sin embargo, comprensible hasta cierto punto dado el embargo económico y comercial al que está al mismo tiempo sometido la isla.
Hotel del centro de la capital de Cuba.

Merecen especial mención las ostentosas casonas antiguas hoy muy bien acondicionadas como hoteles, el famoso capitolio de la ciudad que según datos ahí recogidos es algo más grande a los otros dos existentes en Washington y Buenos Aires, o las antiguas mansiones aún admirables en los alrededores de La Habana. 

Legados del tiempo en que la isla era una especie de playa privada de Estados Unidos; lo cual, según versiones de algunos cubanos con los que conversé, fue otro de los detonantes del suceso armado liderado por Fidel y el Che, el cual, pese al tiempo transcurrido tiene e incluso adquiere nuevos adeptos en todo el mundo.
El discutible orgullo cubano vigente

Lo cual explica tal vez la especie de orgullo que pude ver reflejado en el rostro de los cubanos que osaron responder a mi pregunta respecto a la visión que creen tiene su país en el extranjero: “somos el único país que no ha dejado, a la mayor potencia del mundo, hacer lo que quiere en nuestro territorio”. Lo que mirando algunos sucesos alrededor del mundo en la actualidad, no es difícil comprender.
Sin embargo, creo que tal sensación no es suficiente para dejar que las cosas sigan ahí como hasta ahora, a pesar de la todavía persistente actitud de algunos gobiernos y empresas a mantener actitudes reticentes a la apertura internacional. Cabría más bien anteponer alternativas justas y eficaces a los modelos desarrollistas que trae al mismo tiempo consigo dicho modo de proceder y que tanto ha afectado y sigue haciéndolo al hombre y a su medio ambiente natural, aspecto en el que el factor educación tiene un papel determinante y en lo que precisamente la isla de Cuba ha sobresalido los últimos años.
Artículo publicado en la Revista “Riomar” de Iquitos-Perú, el año 2006.

Tributación y desarrollo en el Perú